De niño pasaba los veranos en Tandil, junto a su padre, sus seis hermanos, tíos y primos. Mantuvo siempre un gran amor a la tierra y al trabajo del campo. Como todos los varones de la familia, fue al Colegio Champagnat, donde jugó al rugby y formó su grupo de amigos. Todos lo recuerdan como una persona generosa, que sabía escuchar y con quien se podía contar. “Aún cuando hablaba de cosas serias, tenía alguna salida, un chiste”.
Fue Secretario de Asuntos Estudiantiles en la Facultad de Agronomía y militó en una Unidad Básica del barrio. En el verano de 1971, participó de un Campamento Universitario de Trabajo en Santiago del Estero, donde trabajó y convivió con una familia de hacheros. Tomar contacto con la pobreza extrema fue un punto de inflexión, un “descubrimiento de la injusticia, más allá de lo intelectual”. Cuando ingresó a Montoneros, lo hizo con una convicción absoluta en la práctica revolucionaria. Llegó a ser responsable del Área de Prensa, Propaganda y Agitación de la Columna Norte. “No entendía ningún proceso de militancia fuera de lo colectivo, siempre hablaba de un ‘nosotros’”.
Conoció a María Prince en una peña en una Unidad Básica de Flores, “era un lugar ideal para enamorarse”. Ella cuenta que “Luis amaba el folclore. No cantaba bien pero lo disfrutaba muchísimo, sabía todas las canciones”. Se casaron en mayo de 1975 y tuvieron a Laura el 23 de abril de 1976. Luis estuvo en el parto y pudo recibirla. Fue un papá muy amoroso y compartía con su compañera el cuidado de la beba. Esperaba entusiasmado a su segunda hija y no dudó al elegir el nombre: “si es mujer, Victoria”.
El 11 de diciembre de 1976, Luis fue víctima del Grupo de Tareas de la ESMA.
Tenía 25 años. Aún permanece desaparecido.