Memorias de vida y militancia

Juan Ignacio Casares

Historias de vida y militancia

Juan Ignacio Casares

Creció en una familia católica de San Isidro, provincia de Buenos Aires. Era el tercero de once hermanos. Robusto, “medio torpe en sus movimientos”, tenía un carácter reflexivo y calmo que contrastaba con un ácido sentido del humor, según cuentan sus hermanos. Y aunque “deportivamente era un negado, ejercitaba la reflexión como una gimnasia”. Era muy “dulcero”, en una familia donde el malestar de hígado se curaba con “budín del cielo”, el postre especial que cocinaba la madre.

Durante su adolescencia participó de encuentros religiosos juveniles en el norte del país, recorriendo los pueblos para tomar contacto con la realidad y necesidades de la gente. Más adelante se integraría a la Juventud Peronista, que se vincularía con su vocación de sacerdote. “Juan se sabía las Encíclicas de memoria, las partes que le interesaban eran sobre la condena a la explotación y la liberación de los oprimidos…”. Quería construir una Iglesia al servicio del pueblo, y así ingresó como seminarista obrero en la Parroquia Asuncionista Nuestra Señora de la Unidad conducida por Jorge Adur. Combinaba la vida pastoral, que llevaba adelante en villas o barrios obreros, con el trabajo como operario en una fábrica. En sus ratos libres, también hacía artesanías en cuero.

Hacia 1975, cuando la represión ilegal se generalizaba, los superiores de la Parroquia suspendieron el trabajo en las villas. Juan “el bueno”, como lo llamaban en los barrios, no estaba de acuerdo y pensaba que aquel era el momento donde debían estar más presentes.

 


 

El 4 de junio de 1976 fue asesinado durante un operativo de secuestro por parte de un Grupo de Tareas del CCDTyE ESMA. Tenía 23 años. Permanece desaparecido.

 


 

Este es un proyecto realizado en conjunto entre: