“Mimi” o “la negra” creció en Buenos Aires con su hermano mayor, Enrique. Estudió Arquitectura en la UBA. “Se concentraba mucho cuando estudiaba, tenía casi un tic acomodándose los anteojos”, recuerda su familia. Era seria, formal y ejecutiva: “la negra resolvía cosas”.
Le gustaba tomar café, fumar y escuchar Almendra. Jugaba noches eternas al TEG, lo lúdico “le transformaba la mirada, brillaba. Se reía mucho”. Cuando finalizó sexto grado en la primaria, conoció a Santiago Ulises Murphy (“Jimmy”), mientras vacacionaban en Córdoba. Comenzaron a escribirse cartas asiduamente y mantuvieron una hermosa relación. Se casaron cuando ambos tenían 21 años. Dentro de la familia ocuparon un lugar muy afectuoso y presente. Graciela era generosa en la compañía y con lo que hubiera para compartir. Tenía un carácter muy especial, se hacía querer por todos. Con sus sobrinos fue una “tía madrina adorable”.
Militó en la Juventud Peronista junto a su compañero, y posteriormente se integraron a Montoneros. “Raquel” –nombre que eligió durante su militancia– formó parte de la Columna Oeste y llegó a un alto grado dentro de la Organización. Cuando Santiago fue asesinado por la dictadura en 1977, ella quedó desconsolada. Con el tiempo, formó pareja con Ricardo Soria, “Lalo”, su último compañero, y entonces “volvió a reír, a mostrar esa sonrisa hermosa, a malcriar a su perra y disfrutar de sus sobrinos, que la convirtieron en Mimi para siempre.”
El 17 de marzo de 1980 Graciela y Ricardo fueron secuestrados y llevados al Centro Clandestino de Detención ESMA. Ella tenía 26 años. Ambos permanecen desaparecidos.
Las fotografías son de su casamiento con “Jimmy”.