Audaz, linda y fantasiosa, Paty –como la llamaba su familia- vivió su infancia alternando su estadía con sus abuelos y con sus padres y tres hermanas en General Pacheco. Posteriormente su mudó junto a su familia a Mar del Plata. Estudió Ciencias de la Educación. Sentía que a través del conocimiento se logra la libertad.
“Idealista, ocurrente, charlatana y prolija”, así la recuerda su familia. Le gustaba tejer y regalar lo que tejía, ir al cine, leer a Benedetti y a Juana de Ibarbourou y escuchar a Serrat, Vivencia y Charly García. Solía rodearse de amigos. Tuvo diferentes trabajos, uno de ellos en la fábrica Havanna junto a su amiga Graciela, que recuerda “lo torpe” que eran ambas en el trabajo manual de línea de producción y cómo les costaba pegar las tapas de los alfajores.
Cristina –como la conocieron sus compañeros- comenzó a militar en la Juventud Universitaria Peronista (JUP) integrada a Montoneros, en la Universidad de Mar del Plata. En aquel tiempo, se movilizaban los fines de semana hacia las villas para ayudar y concientizar a la gente respecto a los derechos y valores sociales. Bajo los mismos ideales conoció a Walter Rosenfeld y comenzaron a transitar juntos la política y el amor con pasión. Soñaban con armar una familia y lograr un mundo mejor y más justo.