“Ani” era la menor de tres hermanos que crecieron en Resistencia, Chaco. Sus padres, inmigrantes polacos, se conocieron en la Argentina. Por motivos políticos, él debió cambiar su verdadero apellido –Kleinberg– a Rubel.
La hermana de Ana recuerda que cuando eran chicos iban a la plaza a fumar a escondidas y luego masticaban hojas de eucaliptus “para que no se sintiera el gusto ni el olor del cigarrillo”. Ana era “interesantemente silenciosa”. Le gustaba el cine, la música clásica, Cortázar y García Márquez, solía leer filosofía, Fanon y Proust. Estudió Economía y le faltaban dos materias para recibirse cuando se fue a Buenos Aires, para trabajar como obrera en una fábrica.