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Se cumplen 10 años de la sanción de la Ley de Matrimonio igualitario. Aquella  histórica jornada duró más de quince horas de un debate intenso. El 15 de julio de 2010, los senadores decidieron cambiar el Código Civil y con esa normativa sentaron las bases para el reconocimiento legal y social de la diversidad. Hubo múltiples festejos y emoción.

El camino hacia la sanción de la ley estuvo marcado por años de activismo de distintas organizaciones de la diversidad sexual. “El mismo amor, los mismos derechos”, fue uno de los lemas que motorizó esta conquista histórica que posicionó a la Argentina como el primer país en América latina en establecer esa ampliación en el derecho civil.

“El mismo amor, esa era la consigna central para nosotros, nuestro amor, nuestras familias, tenían los mismos derechos, la misma dignidad y la necesidad también de ser respetados por nuestros deseos, nuestras construcciones familiares, por la lucha por la igualdad y por la equidad de todos y todas, recuerda Carlos Álvarez Nazareno, actual director Nacional de Pluralismo Interculturalidad de la Secretaría de Derechos Humanos. En esa línea, Carlos destaca que la lucha por el matrimonio igualitario fue algo que lo marcó trascendentalmente:  «Con Martín Canevaro nos casamos el 14 de abril de 2010, antes de la sanción de la ley, a partir de un amparo judicial que dictaminó el juez Guillermo Scheibler de inconstitucionalidad de los artículos 172 y 188 del Código civil”, explica. El primero da cuenta de la necesidad de “pleno y libre consentimiento expresado personalmente por hombre y mujer” lo que puede ser interpretado como impedimento para el casamiento entre personas del mismo sexo. El segundo hace referencia a la celebración del matrimonio, que estipula, “la declaración de que quieren respectivamente tomarse por marido y mujer”.  

Para Carlos, formar parte de esa lucha significó haber aportado al desarrollo sobre todo de la democracia y de la equidad en la Argentina:  “Fue maravilloso, un impacto fundamental en mi familia, no solamente por el respeto sino por el reconocimiento de la lucha pero en la sociedad toda”. Y agrega: “Hoy podemos decir orgullosamente estamos casados, nuestras familias tienen esa igualdad merecida y vamos por más, por el derecho a decidir libremente por nuestros cuerpos, aborto legal, seguro y gratuito y cupo laboral para las personas trans.”

Greta Pena es abogada, periodista y representa al colectivo 100% Diversidad y Derechos. La activista explica que “la Ley de Matrimonio Igualitario no significó solamente reconocer esos derechos concretos a la población de lesbianas, gays, bisexuales o trans sino que aportó más dignidad, más libertad, y menos violencia a toda la sociedad argentina que no toleró claramente más, que un porcentaje de su población tuviera vedada la protección del Estado con el pretexto de la condición de orientación sexual, es decir no ser heterosexual”. En ese sentido, agrega que «el matrimonio igualitario abrió a la ciudadanía plena, luego siguió la Ley de Identidad de Género y el nuevo Código Civil que dejó atrás un texto basado en el varón heterosexual y propietario para garantizar los derechos de las mujeres, las personas LGBTI y en definitiva de todas las diversidades familiares”. Pena asegura a 10 años de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario: “Las personas LGBTI nos transformamos en un sujeto político, hoy casi no existe ámbito, institución, partido político o sindicato, cualquier grupo o norma que no piense contar con un espacio LGBTI e introducir esa perspectiva en su accionar”.

Mientras ocurría el debate en el Senado Greta estaba en Plaza Congreso esperando la decisión final sobre la unión entre personas del mismo sexo. Pensar en todo lo que sucedió ese día le genera un montón de sensaciones: “Recordar esa madrugada me provoca una emoción en todo el cuerpo. Sabíamos que se abría otra etapa personal y colectiva. No sabíamos aún con precisión cuál iba a ser ese impacto futuro. Esa noche había una sola plaza, la contundencia del reclamo dejó muy aislados a los grupos detractores, una de las claves fue no solo involucrar al movimiento LGBTI sino sumar el apoyo de los organismos de derechos humanos, de las centrales obreras, de las universidades y colegios secundarios, de les artistes, deportistas, periodistas, etc. Incluso de sectores de credos religiosos”, recuerda.  En ese sentido, la activista explica: «Ese día teníamos de nuestro lado la fuerza arrolladora del amor y nuestros propios cuerpos como estandartes de lucha y lo que más me  reconforta es haber aportado al legado de las nuevas generaciones”.

Pena, quien hace unos años se casó con Flor y juntas tuvieron a Nina y Uma, da cuenta del cambio de época: «Hoy en esta fecha me cuesta mucho explicarle a mis hijas de 8 y 3 años por qué antes sus mamás no podíamos casarnos”.

Hay un largo camino recorrido para el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBTI a partir de la sanción de la Ley de Matrimonio Igualitario, sin embargo aún quedan más derechos por conquistar que para garantizar más igualdad, diversidad, respeto y libertad.