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La intervención visual realizada por el artista plástico Andy Riva en la parada Rivadavia de la Línea Mitre se inscribe en el movimiento que promovió que el espacio público, se potencie con un arte más inclusivo y que cuente nuestra historia. Este texto escrito por la responsable del área de Actividades de Promoción del Espacio Memoria ex ESMA, Carolina Golder, traza un hilo histórico que une pasado y presente.

Nuestro país, por lo menos en sus primeros años de historia y hasta los años 60 no ha sido un país con tradición muralista. Los grandes espacios públicos no fueron ofrendados a nuestros pintores como fuera en México, Brasil o Ecuador. Es recién en los años 60 que no solo se empieza a experimentar en los murales sino también que se hace carne el trabajo colectivo, el trabajo en grupo.

En un texto a la manera de proclama publicado por el diario Crítica el 2 de junio de 1933, el artista mexicano David Alfaro Siqueiros realizó la siguiente convocatoria: UN LLAMAMIENTO A LOS PLASTICOS ARGENTINOS: “Pintores y escultores estamos trabajando para crear en la Argentina y en el Uruguay (quizás en toda la América del Sur) las bases de un movimiento de la plástica monumental descubierta y multiejemplar para las grandes masas populares. Pretendemos sacar la obra plástica de las sacristías aristocráticas, en donde se pudre hace más de cuatro siglos. Nuestros campos de operaciones serán aquellos lugares en que concurren mayores núcleos de personas y aquellos en que el tráfico del pueblo sea más intenso. Usaremos los procedimientos que permitan darle a nuestras obras más amplia divulgación. Vamos, pues, a producir en los muros más visibles de los costados descubiertos de los altos edificios modernos, en los lugares más estratégicos plásticamente de los barrios obreros, en las casas sindicales, frente a las plazas públicas y en los estadios deportivos y teatros al aire libre. Vamos a sacar la producción pictórica y escultórica de los museos – cementerios- y de las manos privadas para hacer de ellas un elemento de máximo servicio público y un bien colectivo, útil para la cultura de las grandes masas populares. Vamos a romper el estrecho círculo mortal de la pintura de caballete, para penetrar valientemente en el campo inmenso de la pintura multiejemplar. Vamos a sacar la escultura del absurdo del taller y del banco giratorio, para restituirla policromada a la arquitectura y la calle”.

En 1958 se consolida en Buenos Aires el grupo Espartaco, integrado por Mario Mollari, Juan Manuel Sanchez, Pascual di Bianco, Esperilio Bute, Carlos Sessano, Juana Elena Díaz y Ricardo Carpani. Expresionistas, figurativos, con gran sentido social y político pero por sobre todas las cosas un grupo que consolida y proclama la orientación al Muralismo. En sus manifiestos podemos leer acerca de la muerte de la pintura de caballete como un género burgués destinado a las minorías pudientes. En sus propias palabras: El arte revolucionario latinoamericano debe surgir como expresión monumental y pública. El pueblo que lo nutre deberá verlo en su vida cotidiana. De la pintura de caballete como lujoso vicio solitario hay que pasar resueltamente al arte de masas, es decir al arte”

En 1965, LEON FERRARI expresa : «Lo único que le pido al arte es que me ayude a decir lo que pienso con la mayor claridad posible, a inventar los signos plásticos y críticos que me permitan con la mayor eficiencia condenar la barbarie de Occidente; es posible que alguien me demuestre que esto no es arte; no tendría ningún problema, no cambiaría de camino, me limitaría a cambiarle de nombre: tacharía arte y las llamaría política, crítica corrosiva, cualquier cosa».

“Las paredes son la imprenta de los pueblos”, escribía Rodolfo Walsh

El 16 de marzo, el Espacio Memoria y Derechos Humanos ex ESMA reinaguró la estación de la Memoria. Un proyecto que culmina una etapa. Pero que no termina. Un proyecto que es legado de tantos otros en Argentina y Latinoamérica que buscan que los espacios cotidianos, que el espacio público, se potencie con un arte más inclusivo y que cuente nuestra historia.

Celebramos esta inmensa  intervención artística pensada, producida y realizada  por el artista Andy Riva. Su compromiso, su profesionalismo, su entusiasmo y creatividad. Su sensibilidad profunda y su emoción en relación a lo que piensa y produce. Cada molécula de pintura en estas paredes está colmada de aquella tradición muralista . Cada pincelada está orientada hacia un arte político, incisivo y lleno de Memoria, de una memoria viva, activa y que homenajea.