“La inauguración de la Casa de la Militancia significó reivindicar las 30.000 luchas”

A 20 años de la creación del Espacio Memoria, la Agrupación HIJOS comparte una reflexión sobre la llegada de la Casa de la Militancia al predio de la ex ESMA y la importancia de conservar estos espacios que promueven la democracia, la memoria y los derechos humanos.

Hasta el 2004 la (todavía) ESMA era un lugar sin memoria. En nuestro pueblo estaban los testimonios de sobrevivientes, las luchas por justicia, los reclamos por la verdad, pero faltaba que la Memoria, la Verdad y la Justicia tuvieran su lugar dentro de uno de los predios emblemáticos del terrorismo de Estado de la última dictadura cívico-militar que fue desplegado por todo el país con cientos de centros clandestinos de detención, tortura y exterminio, y también en la región con el criminal Plan Cóndor.

El 24 de marzo de 2004 entramos. Hasta entonces, habíamos estado del lado de afuera pidiendo justicia, defendiendo la preservación del lugar como prueba judicial, haciendo memoria. Pero ese día, con el acto del Presidente Néstor Kirchner, pasamos la reja. Con las Madres, Abuelas y Familiares. Con pañuelos blancos y flores. Con un pueblo que lloraba, cantaba y recordaba.

En 2011 inauguramos la Casa de la Militancia-H.I.J.O.S. en la ex ESMA para reivindicar 30.000 luchas y todas las que se sostienen para transformar lo injusto. Esa decisión nos llevó mucho debate en nuestras asambleas. Abrir la Casa implicaba un camino de memoria que nos era nuevo: pensarnos dentro de un lugar donde había funcionado un centro clandestino de detención, tortura y exterminio, con la necesidad de saber (a la par de hacer) cómo construir memoria donde estuvieron por última vez con vida muchos de nuestros familiares, cuyos cuerpos seguimos reclamando encontrar.

¿Cómo se habita un lugar que fue del terror? ¿Qué puede haber y qué no en un espacio de memoria? ¿Puede haber un aula a metros de donde mujeres detenidas-desaparecidas parieron en cautiverio y sus hijas e hijos fueron apropiados? ¿Puede haber música en los alrededores de un edificio donde se torturó? ¿Se puede bailar tango cerca de donde trasladaban a las víctimas para los vuelos de la muerte? ¿Para quiénes deben ser pensados esos espacios? Fuimos buscando las respuestas en nuestra historia como organismo de derechos humanos y en los consensos de nuestra sociedad para fortalecer la Memoria, la Verdad y la Justicia.

A algunas de esas respuestas las encontramos en la militancia y en la reivindicación de las luchas y las resistencias. Porque en esos territorios del horror hubo resistencias. Y antes del cautiverio, e incluso durante, hubo vida. Y así recordamos a quienes no están: en sus momentos felices, colectivos, en sus banderas, en sus identidades políticas, en sus amores, en sus cosas cotidianas, en sus proyectos, en sus familias, en sus barrios, en sus colegios, en sus formas de caminar, escribir o cantar, en sus lecturas, en sus trabajos, en la plaza; en cualquier momento de la vida.

 

El Espacio memoria y Derechos Humanos (ex ESMA) es uno de los lugares en los que el pueblo recuerda y promueve las estrategias de no repetición de los crímenes del terrorismo de Estado. En estos años, las políticas de preservación de los sitios y la creación de los espacios de memoria se consolidaron en la Argentina. Desde ya, esto no implica que sea un proceso finalizado, sino todo lo contrario. Es una construcción permanente, con avances y retrocesos, con el reconocimiento de los consensos sociales que nos identifican como el país de la Memoria, la Verdad y la Justicia, con la necesidad a 20 años de la conformación del Espacio Memoria (ex ESMA) de contrarrestar el negacionismo y la apología de turno sobre los delitos de lesa humanidad.

En particular, en la Casa de la Militancia-H.I.J.O.S. en estos años hemos fortalecido un espacio con educación de acceso gratuito en los niveles primario, secundario y universitario, entendiendo que los espacios de memoria deben ser pensados para recordar y para promover los derechos humanos, construidos con y para la sociedad, con el resguardo de la memoria, pero como verbo. Deben incomodar, contener, responder y preguntar. Deben interpelar sobre lo que todavía tenemos pendiente como país a más de 40 años de recuperada la democracia y sobre lo que persiste del terrorismo de Estado: saber dónde están los miles de cuerpos que continúan desaparecidos y las personas que nacieron en cautiverio y siguen sin conocer su identidad.